Aprendizajes Pastorales

Desde el Consejo de Pastoral del Sector Educación ARU hemos definido tres aprendizajes pastorales básicos, que responden al doble mandamiento de Jesús (amar a Dios y amor al prójimo), y uno muy querido para San Ignacio que es el «discernimiento». 

Disponemos de un Manual de Discernimiento con fichas para hacer el Examen Ignaciano desde Sala de 3 años hasta el último curso de secundaria en: https://examenignaciano.com/ 

El amor a Dios lo titulamos: «conocimiento del Señor», tomando la petición de las contemplaciones de la vida de Cristo de la segunda semana de Ejercicios Espirituales de San Ignacio.  El amor al prójimo lo titulamos «compromiso con el prójimo», siguiendo la etimología: enviados con y para los demás (missum – com – pro).

Recursos para descargar:

Conocimiento del Señor

En el sentido de la gracia que se pide en la segunda semana de EE. Experiencia de Dios, conocimiento interno de la Persona del Señor, que me afecta, me lleva al amor, y ese amor me lleva al seguimiento. En el colegio se promueve con la posibilidad de hacer EE en todas sus adaptaciones, con el clima institucional que marca clara y expresamente que Jesús es el centro de nuestra vida, con el trabajo de realizar la síntesis fe-cultura que percibe la presencia de Dios en todas las cosas, en todas las asignaturas.

Discernimiento

Es la gracia de gustar internamente lo que Dios me va indicando a cada momento de mi vida a fin de hacer elecciones y tomar decisiones que orienten mi vida. Se ejercita en el examen ignaciano cuyo primer paso es el reconocimiento agradecido de tanto bien recibido. Es la lectura de lo que vivo con las herramientas pertinentes (Reglas de Discernimiento), y así ejercitarse en hacer elecciones para ir tomando decisiones, en lo pequeño y en lo grande. Tiene como horizonte grande el Proyecto de vida.

Compromiso con el prójimo

Es la gracia de poner la vida en clave de servicio, de amor, de entrega para realizar el plan de Dios que es hacer comunidad con Él, con el prójimo, con la Creación. Com-pro-missum es como la fórmula “ser con – para (pro=en favor de) – (missum=enviado a) los demás”. Siguiendo los pasos de la parábola del Buen Samaritano (cuyo modelo perfecto es Jesús), hay que saber “ver” la realidad con su dimensión de maravilla creada por Dios.